Publicado en Historias de la vida

Historia de un nombre

Mañana 22 de Junio mi hijo cumple 2 años. Mi mujer Vanessa y yo hemos elegido ese día para decidir el nombre de nuestro segundo bebé que está en camino, es una niña. Tenemos algunos en mente y seguro que acordamos el nombre que le identifique y con el que la bebé se sienta identificada el resto de su vida cuando sea mayor.

Pero este post es para contar la historia que hay detrás del nombre de mi hijo Gabriel. Todo empezó en Bigglewade (Inglaterra) cuando a los pocos días de casarnos tuve que regresar allí donde estaba trabajando y ya se pudo venir Vanessa conmigo. Compartíamos una típica casa inglesa con otra pareja de españoles, y cómo ellos tenían copadas casi todas las estancias comunes, nosotros pasábamos la mayor parte del tiempo en nuestra habitación y ahí fantaseábamos con tener hijos y los nombres que le pondríamos.

En la cocina de aquella casa vivía con nosotros una araña que bautizamos como Carlota en honor a la película de «La Telaraña de Carlota» y los valores que nos transmitió cuando la vimos, por lo que pensamos que si algún día teníamos una niña, ese podría ser un bonito nombre para ella.

En Octubre de 2017, ya de vuelta en España, nos enteramos que vamos a ser padres y nos hace mucha ilusión a la vez que nos revoluciona un poco todo el ritmo de vida. Desde el principio pensamos que iba a ser niña, quizás porque ya estábamos sugestionados o porque nos decían las portavoces de la sabiduría popular representadas en familiares y amigas que por la cara de Vanessa, los síntomas de náuseas que tuvo en todo momento, la posición de la barriga… y todo tipo de referencias por el estilo que hacían que se barruntara una niña. El caso es que sólo teníamos en mente un nombre para la bebé, Carlota.

A finales de enero del 2018 en la ecografía de las 20 semanas nos cambian todos los planes con el nombre. La ecografía confirma claramente que es un niño, y el muy cabroncete nos lo deja claro a las primeras de cambio con un primer plano de sus partes nobles. Al salir de la consulta ya nos ponemos a ver posibilidades de nombres para un niño, simples, compuestos, que se llame como el padre, que no tenga rimas malsonantes…

Pasan los días y no se concreta ninguno y se sigue dando vueltas, por lo que decidimos poner una fecha para que la elección del nombre sea definitiva y puesto que nuestros cumpleaños estaban próximos reservamos mesa en un restaurante Las Negras en el que estuvimos y nos encantó durante nuestro viaje de novios en San José para el domingo 11 de Marzo.

Llega el día y salimos con tranquilidad desde Pulpí para las Negras. El barriga de Vanessa ya tiene un bebé de 6 meses de gestación y ya se le notan las patadas cuando se excita por algo. El bebé sabe que ese era un día importante para él y durante todo el camino la madre me hizo referencias de las patadas que daba y que si iba a ser futbolista y esas cosas.

Antes de llegar al restaurante, ya teníamos claro que la elección del nombre iba a estar entre Jesús (como el padre) o Rodrigo (como el Cid), pero pasó algo. A la entrada al pueblo de las Negras se veía bastante movimiento de gente, en ese momento recordamos que por ahí cerca se habían organizado tropas de voluntarios para buscar al niño al que apodaban «El Pececito» y pensamos que siendo la hora que era estarían haciendo un descanso para comer. Al entrar en el restaurante nos enteramos de la noticia, acaban de encontrar el cuerpo sin vida del pequeño Gabriel, estábamos absortos viendo las noticias por la televisión y conmocionados por el desenlace y de ver como en el restaurante nos acompañan algunas personas pertenecientes a los grupos de rescate de la Guardia Civil, tíos como castillos llorando desconsolados por no haber podido ayudar a aquel angelito. En ese momento, Vanessa y yo nos miramos con los ojos húmedos hasta resbalar y nos dimos cuenta que queríamos que nuestro bebé se llamara Gabriel.

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